El combate entre Anthony Joshua y Jake Paul en Miami terminó con un desenlace tan contundente como preocupante. El ex campeón británico impuso toda su jerarquía y venció por nocaut técnico en el sexto round, después de conectar un derechazo que dejó sin reacción al estadounidense.
Paul cayó de inmediato y el árbitro detuvo la pelea para evitar daños mayores. Minutos más tarde, el propio influencer confirmó en redes sociales la gravedad de la lesión: sufrió una doble fractura de mandíbula, exhibida en una radiografía que se viralizó rápidamente.
La previa había estado cargada de polémica por la diferencia de experiencia entre ambos. Joshua, con múltiples títulos mundiales en su historial, dominó de principio a fin ante un rival que, pese a su popularidad, apenas reúne trece peleas profesionales. La desigualdad quedó expuesta desde el primer asalto.
Pese al duro golpe, Paul mantuvo su tono provocador. En su cuenta de Instagram, escribió: “Mandíbula doble rota. Denme a Canelo en 10 días”, un mensaje que alimentó aún más el debate entre fanáticos y especialistas sobre los riesgos de estos combates mediáticos.
Una pelea que encendió el debate
La victoria de Joshua confirmó la brecha entre el boxeo de élite y las figuras surgidas de las redes. Mientras Paul promete volver, el mundo del boxeo cuestiona cada vez con más fuerza este tipo de enfrentamientos.